lunes, 9 de agosto de 2010

Me encanta que las palabras se tornen superfluas

Me acuerdo de aquel silencio a las ocho de la tarde.
Quedaba todo por decir y aún asi, me quedé callada.
Me daba miedo levantar la cabeza, porque sabia que encontraría tus pequeños ojos color avellana...tenía miedo de toparme con tu mirada y que mis ojos desvelaran lo que yo no me atrevia a decir.
-Que todo era un profundo error.-
Recuerdo que, ante esta perspectiva, me acurruqué en mis pensamientos, y no quedamos sumidos en un silencio a las ocho de la tarde.
Yo sollozaba; tranquila, me decías, no pasa nada.

No lo podía soportar más, asi que levanté la cabeza, y te miré a los ojos. Entonces lo supiste. Supiste que para mi, no era más que un error. Aún asi, lo preguntaste, no se por qué, pero lo hiciste.
-¿Crees que esto es un error?

Me encanta que no todo se pueda decir con palabras y que de vez en cúando los silencios cobren protagonismo.
Me encanta no encontrar las palabras exactas y quedarme sumido en un silencio cómodo.

Me quedé callada; el que calla, otorga.

2 comentarios:

Las palabras se tornan superfluas.