domingo, 26 de septiembre de 2010

Cúando me desperté mi camisa todavía olía a sal y humedad.

Con el poco orgullo que le quedaba y el amor propio que ya no tenía, intentó plantarme cara. Intentó controlar todas su emociones. Pero calló de rodillas en la arena y se deshizo en lágrimas.

Me senté a su lado. Le agarré la cara con las manos y la besé. Pero no fue un beso de amor, fué simplemente un actoreflejo. Fue un egoismo supremo que sólo buscaba calmar su agonía.


Sus últimas lágrimas mojaron mis labios. Sal y humedad.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Érase una vez

 un bocata. De tortilla.. Una pastel. Amarillo. Una carcajada. Sonora. Unas manos. Diez. Una caida. Grande. Una llamada. A tres. Un blog. Dos. Una bocanada. De aire. Un punto. Y final.

Y se mudaron a una novela.
Y en soplo de aire con la ventana abierta, la novela se calló de la estantería. Y todas las palabras se descolocaron. Y la mentira tomó el control en aquel caos. Y aquellas desordenadas palabras tenían miedo de que la mentira doblegara todos los capítulos del a novela hasta el colorín colorado.
¿Y qué hicieron?
Se revelaron. Sin más. ¿Y sabeis qué?
Que aquellas palabras fueron felices para siempre.

¿Que cómo se llamaba la novela?
Desafío. Sólo eso. Al fin de al cabo, aquella novela no era más que otro desafío para sus autoras.

Érase una vez

un teclado irlandés.
Érase una vez un teclado irlandés que quería escribir el libro más maravilloso jamás escrito.
Érase una vez un teclado irlandés que quería escribir el libro más maravilloso jamás escrito y titularlo: La extraña historia de cómo una araña se comió un ñu.

Y colorín colorado.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Me pasa a mí también.

Me pasa también, además a menudo. Quizás sea por lo que dicen los adultos: época de cambios y hormonas. Pero el caso es que un bajón me nubla, y no entiendo por qué. Aparentemente todo sigue igual, todo rebosa felicidad, pero no sé por qué hay algo que impide que esa felicidad se me transmita. A lo mejor fue un simple grito, un simple miedo, una simple mirada o incluso un simple suspiro. Algo insignificante me derrumba, sin razón aparente, y toda la muralla que había construído, esa muralla que escondía mis sentimientos y que yo pensaba que era fuerte, es destruída.

No lo entiendo.

No soy capaz de comprender y mucho menos ordenar la maraña de sentimientos y emociones que se extienden por mi ser. Y no soy capaz de entender por qué ahora mismo estoy tan profundamente furiosa. No comprendo por qué tengo ganas de romper con todo y no me explico la sensación de malestar que me está invadiendo. Y tengo miedo, porque no me entiendo.

Porque a simple vista, soy feliz. A simple vista no tengo motivos para no serlo, pero siempre se puede profundizar; profundizar tanto que ni siquiera yo soy cápaz de intuir hasta donde podríamos llegar.
Para empezqar, podría decirte que tengo días raros. Por ejemplo, podría decirte que hace veinte minutos estaba tumbada en mi cama, sumida en la más absoluta oscuridad y melancolía recitando de memoria los escasos ( escasísimos diria yo ) poemas que me sé de memoria. Y de repente la furia y la frustración se han apoderado de mi.. Y esa ira ha ido aumentando a medida que he encendido la luz y ha medida que intentaba recordar las razones por las que a simple vista era feliz, me he quedado en blanco.