domingo, 28 de marzo de 2010

Hoy tengo un día más. Ni malo ni bueno. Ni alegre ni triste. Ni rosa ni gris. Simplemente un día más.

Hoy es uno de esos días que me hubiera quedado en la cama toda la mañana. Ha sonado el despertador a las 10:40, tengo puestas 5 alarmas, a partir de esa hora cada 15 minutos, a las 11.30 seguía sin poderme levantar. Haciendo un esfuerzo extra como hacía tiempo que no me pasaba, me he puesto en pie, me he tomado un cola-cao y he dejado pasar los minutos hasta verme con ánimo para entrar en la ducha. Es un día más, hace frío y mi cuerpo se va preparando para asumir lo que hay fuera.
He pensado por un momento quedarme metida en estas cuatro paredes todo el dia, pero hay un yo dentro de mi que me impide doblegarme a la voluntad del ocupa.
& ahora, a las diez y media de la noche me inunda una angustia existencialista que me ha hecho recapacitar. Odio fallar, odio tener fallos, pero sobre todo, odio darme cuenta de mis fallos tarde.
De vez en cuando lloro, no de tristeza, ni de alegria, pero lo necesito. Necesito desaogarme, entonces lloro.
& hoy me he encontrado con que una epqueña y transparente lágrima ha acariciado mi mejilla. Y luego han venido muchas más.

Pensandolo bien, hoy es un mal día.
Hoy es otro mal día.

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Las palabras se tornan superfluas.